Hay mucha gente mala, pero la mayoría no es tan mala. Yo creo que la mejor opción es siempre no desconfiar, nunca.
Así Aladino aprendió que los deseos por mas inalcanzables o descabellados que parezcan hay que animarse a intentarlos, arriesgarse a la aventura de dar el primer paso. Y una vez que damos ese primer paso, y aunque la lucha resulte despareja, siempre hay que seguir adelante. No hay que rendirse, como Aladino, cuyo sueño de casarse con la princesa y ser príncipe era un sueño imposible, sin embargo, cuando la llevó a ver el mágico mundo en su alfombra mágica, supo que había hecho bien en dejarse guiar por sus deseos. Porque los deseos muchas veces son buenos guías, nos muestran el lugar hacia donde partir. Como así también, a veces los deseos nos muestran el lugar al que hay que volver. Y como Aladino, cuando volvió al palacio, aprendió que a veces el secreto no es vivir deseando lo que no se tiene, sino querer lo que se tiene. Y una cosa hay que aprender: nuestros deseos no siempre van a cumplirse ya, aquí y ahora. Es parte de la vida aceptar que nuestros deseos no siempre son órdenes para un genio bueno.
La desconfianza no sirve.La desconfianza genera intrigas y las intrigas dividen y debilitan.
Entonces el verdadero mal te lo haces a vos y no a los otros. Los otros te dejan solo, y solo sos más débil, y ahí sí te pueden atacar porque sos vulnerable. La desconfianza nos recluye, nos hace perder nuevos afectos y nos deja a la deriva. A la deriva estás y si no confías no te relacionas y ahí sí, solo sos muy frágil. Nos podemos equivocar, confiando en la gente equivocada, pero la mayoría de las veces no es así, confiamos en los amigos.La desconfianza
te debilita y te aísla,
terminas desconfiando de todos.
Así Aladino aprendió que los deseos por mas inalcanzables o descabellados que parezcan hay que animarse a intentarlos, arriesgarse a la aventura de dar el primer paso. Y una vez que damos ese primer paso, y aunque la lucha resulte despareja, siempre hay que seguir adelante. No hay que rendirse, como Aladino, cuyo sueño de casarse con la princesa y ser príncipe era un sueño imposible, sin embargo, cuando la llevó a ver el mágico mundo en su alfombra mágica, supo que había hecho bien en dejarse guiar por sus deseos. Porque los deseos muchas veces son buenos guías, nos muestran el lugar hacia donde partir. Como así también, a veces los deseos nos muestran el lugar al que hay que volver. Y como Aladino, cuando volvió al palacio, aprendió que a veces el secreto no es vivir deseando lo que no se tiene, sino querer lo que se tiene. Y una cosa hay que aprender: nuestros deseos no siempre van a cumplirse ya, aquí y ahora. Es parte de la vida aceptar que nuestros deseos no siempre son órdenes para un genio bueno.
A veces otros deseos ajenos son los que ordenan nuestra vida, pero lo que nos enseña la historia de Aladino es que el genio que si puede escucharnos siempre no está en ninguna lámpara maravillosa, sino dentro de nosotros mismos.Dentro nuestro hay un genio poderoso que puede cumplir nuestros sueños. Ese genio espera nuestras órdenes y quiere cumplir nuestros deseos.
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